Lo desarrolló la empresa Denso Wave Inc., una subsidiaria de Toyota, en Japón, para ayudar a los ensambladores a identificar y trazar las partes de un producto. El programa simplemente creaba un código gráfico que, detectado por un lector especial, daba muchos más datos sobre la pieza. Lo bautizaron Quick Response, que abreviado se convierte en el familiar QR que todos conocen. A diferencia de un código de barras, este guardaba información en dos direcciones, horizontal y vertical. El QR, por lo tanto, está hecho en dos dimensiones. Con el tiempo se usó para muchas más cosas y en muchos otros negocios: abrir una página web, para dar información de un producto o visualizar una invitación. Pero para muchos nunca logró ser indispensable para los usuarios y eso hizo que no se volviera un elemento tan popular como otros desarrollos tecnológicos.
Según los expertos, el QR es de fácil generación, pues el mismo símbolo puede servir aunque el contenido cambie o se altere; y también es de fácil uso, y ambas cualidades lo han vuelto un elemento importante en los negocios de 2020. La ventaja es que las personas no tienen que ir a ningún sitio web ni hacer clic en vínculos. El código, además, se ha simplificado, porque solo requiere que la persona abra la cámara y enfoque el QR. No se necesita una aplicación aparte para leerlos. Esto hace que sean prácticamente nativos en todos los teléfonos inteligentes, y que casi todo el mundo con una cámara en su móvil los pueda usar. Incluso los teléfonos Android lo tienen como una de sus características esenciales. Pero eso sí, para acceder al contenido que guarda este cuadrado mágico se necesita de una conexión a internet, ya sea a través de un proveedor o por wifi.
Por todas estas razones, los expertos creen que esta vez el código QR llegó para quedarse, pues está demostrando que puede llegar a ser clave para que el proceso de mercadeo sea mucho más eficiente y fácil.
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