La bombilla es uno de los inventos que revolucionó la Historia, pero la autoría de su invención sigue siendo controvertida.
El 21 de octubre de 1879, Thomas Alva Edison mostró por primera vez la lámpara eléctrica con una bombilla que estuvo encendida durante 48 horas. En Noche Vieja de ese mismo año, Edison presentó en su laboratorio de Nueva Jersey un circuito formado por 40 bombillas incandescente, que él mismo encendía y apagaba para asombro de las más de 3.000 personas que se congregaron. Apenas un mes más tarde, el 27 de enero de 1880, Edison consiguió la patente de la bombilla, la 223.898.
Humprhy Davy conectó en 1809 un filamento de carbono a los dos polos de una pila, produciendo luz. Años después, en 1820, el químico y astrónomo británico, Warren de la Rue, cambió el filamento de carbono por el de platino, conectado a dos polos eléctricos dentro de un cuerpo de cristal. A pesar de funcionar mejor que la de Davy, el alto coste del platino lo hacía difícil de comercializar. La carrera por inventar la bombilla definitiva continuó y en 1835 James Bowman Lindsay construyó una lámpara que le permitía leer un libro a oscuras.
Tras estos avances llegó Joseph Wilson Swan, físico y químico británico, que ya en 1850, trabajó con filamentos de wolframio y papel carbonizado en el interior de un bulbo de cristal. Este trabajo le hizo conseguir en 1860 la patente para Gran Bretaña de la bombilla. El propio Swan a pesar de ver cómo su invento no le era reconocido a nivel mundial, unió fuerzas con Edison en 1881 y fundaron la Edison & Swan United Electric Light Company Limited. A esta compañía se le atribuye la mejora de la bombilla, dotándola de nuevos elementos que permitía su durabilidad en el tiempo y el comienzo de la fabricación masiva.
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